Aprender con inteligencia (no solo la artificial)

Aprender chino duele. No metafóricamente. Duele de verdad. A veces en la cabeza, otras en el ego—y hay días en que me duele hasta el alma fonética. Probablemente nunca me había sentido tan torpemente frustrado con un idioma… y eso que intenté aprender francés en secundaria con un CD rayado.

Y no hablo desde la comodidad de un curso grabado con subtítulos mágicos y profesores sonrientes que solo existen en la publicidad. No. Estoy en el frente de batalla: clases formales en el Instituto Confucio, profesores nativos, caracteres que parecen jeroglíficos con mala actitud, tonos que cambian TODO (sí, TODO), y una memoria que decide jugar a las escondidas justo cuando la necesito.

🤔 ¿Por qué sigo?

Sigo, no porque ame el conocimiento (aunque lo respeto), ni por un noble deseo de expandir horizontes culturales. Sigo porque soy terco. Empecé por razones culturales, claro, pero a estas alturas, continúo por una mezcla peligrosa de orgullo y masoquismo académico.

Y porque, a diferencia de hace algunos años, ahora tenemos herramientas que—si uno se toma la molestia de usarlas con cabeza—realmente pueden ayudar.

🧙‍♂️ IA + libros + sarcasmo: mi fórmula experimental

Aquí es donde, si esto fuera un infomercial, te vendería un chatbot milagroso.  (Pero no. Bueno, por si quieres te dejo mi enlace de amigos (afiliados): https://go.davila.uno/ai-llm 👀)

La mayoría usa la IA para lo básico: “traduce esto”, “cómo se dice aquello”, “explícame lo otro”. Y está bien. Pero yo quise ir un paso más allá (o un paso más en espiral).
Cree un proyecto donde la inteligencia artificial no trabaje sola (al final si lo hace), sino que la alimenté con mi estilo de escritura (ironía, drama ligero y preguntas existenciales),  con los libros reales que uso para estudiar chino, es decir, he moldeado a la herramienta a mi estilo de aprendizaje y no al revés ¿El resultado? Una herramienta que me responde como me gusta pensar: en simple, pero con personalidad.

ya no tenemos que adaptarnos a los métodos de enseñanza, ahora podemos hacer que los métodos se adapten a nosotros.

Aprender no es solo memorizar vocabulario. Es un proceso incómodo, a veces ridículo, pero también profundamente humano. ¿La IA me ha hecho bilingüe? No. ¿Me ha evitado sudar frío cuando veo caracteres nuevos? Tampoco. Pero me “ha acompañado” en el proceso sin juzgar mis errores, sin apurarse, y, sobre todo, “hablándome” como yo necesito que me hablen para entender.

🧐 Filosofando ando…

Entender otro idioma es, al final, otra forma de entendernos a nosotros mismos: confundidos, tercos, curiosos. Cada palabra que memorizamos, cada tono que repetimos mal (pero con convicción), cada carácter que intentamos dibujar como si fuera arte abstracto, es también una pequeña radiografía de nuestra paciencia… y quizá de  nuestras inseguridades.

Aprender otro idioma no es solo expandir el vocabulario, es expandir el umbral de tolerancia al ridículo. Es aceptar que no siempre vamos a tener la respuesta correcta, ni la pronunciación adecuada, pero que igual vamos a seguir preguntando. Porque el error, cuando se asume con estilo, es también una forma de avance.

 No solo estudio chino, también estoy reescribiendo cómo aprendo.

Y si vamos a fallar en el intento, que al menos sea con estilo propio, una IA entrenada en nuestras propias dudas y una taza de té verde para fingir que tenemos el control. Aunque sepamos perfectamente que no lo tenemos, y tal vez por eso, lo estamos haciendo bien.